Durante el mes de febrero podrá contemplarse  en el Museo como “Pieza del Mes”, la escultura que representa a San Isidro,  obra de Luis Salvador Carmona, que se conserva en la Iglesia de Sta. María del  Castillo de la cercana localidad de Nueva Villa de las Torres. De gran calidad  técnica, esta obra ha sido estudiada por Virginia Albarrán, profesora de la  Universidad Complutense de Madrid, quien la considera una de las mejores piezas  del escultor navarrés. La elegancia de la composición y su magnífico estado de  conservación, son quizá los aspectos más notables de esta representación de  bulto redondo de uno de los personajes más populares del Santoral.
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La actividad “La Pieza del  Mes” está patrocinada por la Diputación de Valladolid
      Más información e  imágenes en: www.museoferias.net/febrero2014.htm
      San Isidro labrador
        Luis Salvador  Carmona
        Hacia 1752
        Escultura en madera  policromada / 136 x 64 x 45’5 cm
        Iglesia de Santa  María del Castillo. Nueva Villa de las Torres (Valladolid)
      Luis Salvador Carmona (1708-1767) abordó el tema de San Isidro labrador en varias ocasiones. En todas mantuvo la  iconografía tradicional del santo, que se fija y populariza a raíz de su  beatificación (1619) y posterior subida a los altares (1622), y que, a pesar  del cambio de moda en la vestimenta, se mantiene casi sin variación durante el  siglo XVIII, fechas en las que sus imágenes siguen teniendo gran acogida,  coincidiendo también con la expedición de la bula de canonización por el papa  Benedicto XIII (1724) y, en el mismo año, la remodelación de su ermita  madrileña por el marqués de Valero. Siguiendo la tradición, se le representa en  pie, barbado y con el pelo largo, vestido con la indumentaria propia de los  labriegos de la época, compuesta por sayo abotonado ajustado al cuerpo y  plegado en la falda, mangas anchas desde los hombros hasta los codos y polainas  holgadas recogidas en las rodillas, adornado el cuello con lechuguilla y  portando en la derecha la habitual aguijada de metal con la que habría hecho  brotar la fuente que dio de beber a su amo Iván de Vargas, mientras que en la  izquierda sostiene la reja de un arado de mano.  
      La escultura conservada en la localidad de Nueva Villa de las Torres fue  asignada al artista en el año 2008 por la semejanza con otras obras suyas, como  el San Isidro esculpido en piedra para decorar el Puente de Toledo de la  capital cuando aún se encontraba en el taller de su maestro Juan Alonso  Villabrille, o el tallado entre 1751 y 1752, esta vez en madera y acompañado de  una talla de Santa María de la Cabeza y de un San Dámaso, para la recién creada  Congregación de Seglares Naturales de Madrid, desaparecido en 1936 aunque  conocido a través de testimonios gráficos. Pero, además, la gran calidad de la  talla y la elegancia compositiva que muestra no sólo la señalan como un  ejemplar magnífico y una de las esculturas más personales del maestro navarrés,  sino que se trata de la mejor obra conservada de esta iconografía dentro de su  extensa producción.
      Alojada en su ubicación original en un pequeño retablo de la misma  época, la escultura muestra una gran esbeltez potenciada por la delicadeza de  su actitud, casi captado en un paso de baile, con los brazos despegados del  cuerpo y la pierna izquierda adelantada y apoyada sobre un pequeño peñasco. Su  cabeza está tallada con gran minuciosidad, marcándose de manera pormenorizada  las arrugas de la frente y los ojos o cada mechón de la barba y del largo  cabello, así como las venas de las manos, rasgos heredados por Carmona de su  maestro Villabrille. 
      La falta de noticias documentales sobre la escultura impide precisar el  momento de su realización así como la razón de su presencia en este templo,  aunque las afinidades con el ejemplar que hizo Carmona para la citada  Congregación de Naturales llevan a situar el San Isidro de Nueva Villa en  fechas próximas a aquélla. Quizás tampoco sería improbable que estuviese vinculada  a dicha Congregación, siendo donada a la parroquia vallisoletana por algún  miembro con lazos en la localidad, no pudiendo asimismo dejar de lado el hecho  de la cercanía de este lugar con Nava del Rey, patria del escultor.
      Virginia Albarrán Martín
        Universidad Complutense de Madrid